Módulo 4: Jesucristo, Hijo Único de Dios

( CEC 422-511)

La adoración de los Magos

Cuando nos santiguamos trazamos sobre nosotros el signo de la cruz. ¿Qué significa este signo? Significa el segundo gran misterio de nuestra fe católica: que Jesucristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hecho hombre, padeció y murió en la Cruz para salvarnos de nuestros pecados y traernos la gracia de Dios que habíamos perdido. Él es el Salvador, el Redentor prometido y esperado.

Redentor es el que mediante precio rescata o libera a uno de la muerte o el cautiverio. En tiempos antiguos los moros se apoderaban de los cristianos y los llevaban prisioneros; fue entonces cuando aparecieron las órdenes religiosas redentoras de cautivos (trinitarios, mercedarios,etc. ) cuyos religiosos se trasladaban a los lugares de cautiverios y pagaban el rescate o se canjeaban a sí mismos por los prisioneros.

Lo mismo ocurrió con el género humano. Perdido el derecho al Cielo, el hombre estaba cautivo esperando un redentor que lo liberara del yugo. Ese Redentor es Jesucristo que pagó el rescate con su propia sangre; nos rescató y nos devolvió nuestro derecho a la vida eterna.

¿Por qué lo hizo?  Por su misericordia infinita. Por su inmenso amor .

Tanto amó Dios a los hombres que les dio a su mismo Hijo Unigénito.

Dios confirmó muchas veces esa promesa de enviar un Redentor para salvarnos del pecado, para redimirnos. Los libros del AT están llenos de anuncios, profecías, símbolos e imágenes relativas al futuro Redentor, profecías que se iban haciendo cada vez más claras a medida que se acercaba su venida. Así, decimos que el AT es figura y tipo del Nuevo: Abel, Isaac, José son imágenes de Cristo; los sacrificios de la antigua ley, figura del sacrificio de la cruz, de la Santa Misa; el cordero pascual figura también de Jesús; el maná, de la Eucaristía, Judit y Ester, de la Virgen María, etc.

Dios prometió el Salvador a nuestros primeros padres, cuando profirió, al maldecir la serpiente (el demonio): Pondré enemistad entre tí y la mujer, entre tu descendencia y la tuya, ella quebrantará tu cabeza...” (Gn 3, 15). La mujer es María y su descendencia es Cristo.

El nombre de Jesús
El nombre de Jesús significa Dios Salva. Le fue dado ese nombre porque el Hijo de Dios debía salvar al mundo. Este nombre le fue impuesto no casualmente, sino por mandato de Dios: así se lo comunica el Arcángel San  Gabriel a María en la Anunciación.
El nombre de Cristo viene de la traducción griega del término hebreo Mesías que significa ungido. Ungidos eran en Israel los sacerdotes, los profetas, los reyes, a los cuales Dios había  mandado se les ungiese con aceite por la dignidad de su cargo.  Al venir al mundo, el Hijo de Dios recibió el estado y las obligaciones de Profeta, Sacerdote y Rey, y fue ungido no por hombre alguno ni con ungüento terreno, sino por virtud del Padre Celestial y la gracia del Espíritu Santo.

Confesar a Jesús como Señor y Salvador es creer en su divinidad. Un Dios que se encarna por nuestra salvación, para reconciliarnos con el Padre, para que conociéramos su amor, para ser modelo de santidad, para hacernos partícipes de  su naturaleza divina, haciéndonos sus hermanos, y por ello hijos de Dios.

Encarnación
Es decir, se hizo hombre. Verdadero hombre. Acontecimiento singularísimo por el  cual, sin dejar de ser verdadero Dios, se hace verdadero hombre.

Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
¿Cómo sabemos que Jesús es Dios?
Así lo enseñó el mismo Cristo

«Nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo» (Mt 11, 27) es decir, sólo la inteligencia infinita de Dios Padre puede conocer el ser infinito de Dios Hijo y viceversa.

En otra ocasión dijo: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí» (Jn 14, 10); y también: «que sean uno como tú Padre estás en Mí y yo en Ti» (Jn 17, 21).

Cuando Caifás preguntó a Jesús: «Te conjuro por Dios vivo que me digas si eres Tú el Mesías, el Hijo de Dios», el Señor respondió: «Tú lo has dicho» (Mt 26, 63-64; Mc 14, 61-62), etc.

Así lo reconocieron sus propios enemigos

Ellos sabían que Jesús se presentaba como verdadero Hijo de Dios: «no sólo quebranta el sábado, sino que decía a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios» (Jn 5, 18); y cuando Jesús dijo: «Yo y el Padre somos una sola cosa» los judíos lo quisieron apedrear «por blasfemia, porque tú siendo hombre, te haces Dios» (Jn 10, 30-33); y cuando pidieron a Pilato que lo crucificara, lo hicieron en estos términos: «Debe morir porque se ha hecho Hijo de Dios» (Jn 19, 7).

Así lo predicaron los apóstoles

San Pablo lo llama: «El gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús» (Tit 2,13). Y enseña: «Cristo está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos» (Ro 9, 5), etc. San Pedro lo llama «Señor y Mesías» (He 2, 36), etc. Y San Juan, luego de afirmar que «el Verbo era Dios» (el Verbo, la Palabra, es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad), agrega: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14), afirmando que «Jesucristo... es el verdadero Dios» (I Jn 5, 20), etc.

Así lo demostró el mismo Jesús

Con su propia vida, verdadero milagro de sabiduría y santidad sobrenaturales: «¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?» (Jn 8, 46).De ahí lo que se dice en la Liturgia: «Tú solo eres el Santo, Tú solo Señor, Tú solo altísimo Jesucristo»
Con numerosos milagros. En 18 pasajes se relatan hechos milagrosos de Jesús sin especificar en detalle y en otros pasajes se particularizan de manera detallada 39 milagros.
Con múltiples profecías que son milagros intelectuales.

Por el milagro moral de la perennidad de la Iglesia:

Cristo fundó su Iglesia, la cual tiene en su haber casi 2000 años de historia cargada de vicisitudes, y a pesar de haber pasado tanto tiempo muestra todavía su rostro original y no cesa de comunicar su mensaje salvador a todo aquel que quiera verla y escucharla. La permanencia de la Iglesia es absolutamente inexplicable por razones humanas y naturales.

Humanidad de Nuestro Señor Jesucristo

Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre: «el que es verdadero Dios es también verdadero hombre». Posee un cuerpo y un alma como nosotros: «es semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (Heb 4, 15). Nace en Belén, tiene una genealogía o árbol familiar, se somete a la circuncisión, tiene una infancia y juventud semejantes a la de sus contemporáneos, habla, tiene hambre, tiene sed, come y bebe, duerme, suda sangre, es flagelado, crucificado, muerto y sepultado. Tiene un alma humana, siente tristeza, temor, cólera, amor, alegría, compasión, llora. Tiene una voluntad y un querer humano como vemos cuando obedece, en cuanto hombre y como se ve por lo que dijo en el Huerto a su Padre: «no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú» (Mc 14, 36).

Un Sólo Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre
No es mitad hombre, mitad Dios.
No es una mezcla confusa de divino y humano.

Hay en El dos naturalezas, la divina y la humana, pero una sola persona divina.
El Verbo se hizo carne (Jn 1, 14). El Verbo de Dios, que estaba en Dios, tomó carne y esa carne quedó unida al Verbo. Concebido en el seno de María, desde ese mismo instante ambas naturalezas son inseparables.
Y  por ello con toda justicia podemos confesar que María es Madre de Dios. Es cierto que María no dio a J.C. la naturaleza divina, sino sólo la humana; mas no por ello deja de ser Madre de Dios. Las madres se llaman justamente con ese nombre, aunque sólo den a sus hijos el cuerpo pues el alma la infunde Dios. Así también María es Madre de Dios, aunque sólo le haya dado el cuerpo, pues éste, con el alma y la divinidad forman una sola persona, que es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Ssma. Trinidad.



LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

El Hijo de Dios se hace hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Leemos Lc 1,28-38. Analicemos este párrafo:

El ángel la saluda diciéndole: Dios te salve(...)contigo (Lc 1, 28). Nunca antes un ángel tributó esa reverencia a un ser humano, puesto que los espíritus puros le son superiores por su naturaleza espiritual y por su intimidad con Dios. Sin embargo, la salutación angélica nos descubre que María sobrepasa a los ángeles, por la plenitud de la gracia en su alma, por la  inhabitación de la Trinidad, por la intimidad con Dios.

María fue concebida sin mancha de pecado. Es dogma de fe- proclamado por Pío IX en 1854- este misterio de la Inmaculada Concepción de María, cuya fiesta celebramos el 8 de diciembre.

Preservada inmune de toda mancha, permaneció pura de todo pecado personal durante toda su vida.

María da su consentimiento a la palabra de Dios anunciada por el ángel: “Hágase en mí según tu palabra”. Ella aceptó voluntariamente y obedientemente la voluntad de Dios. Fue una aceptación libérrima, un acto de libertad perfecta que la hizo proclamarse “esclava del Señor”. No fue una aceptación irracional, ciega: el ángel le anuncia, ella pregunta y después asiente, da el sí.

María fue siempre virgen, antes, durante y después del parto.
Se objeta que a veces la Escritura se refiere a los hermanos de Jesús; pero se trata de parientes próximos, (primos, por ejemplo). Jesús fue el único hijo de María, pero su Maternidad espiritual se  extiende a toda la humanidad.

El Padre de J.C. es el eterno Padre. San José, como esposo de María es su padre adoptivo.

María es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Colaboró de una forma singular a la obra del Salvador, desde el momento de la Anunciación hasta el pie de la cruz, y aún después de su Asunción, intercediendo por nosotros; siendo María Madre de Cristo, es también Madre de su Cuerpo Místico que es la Iglesia. Mater Ecclesiæ: Así la proclama Paulo VI en el capítulo VIII de la Constitución LG (21/XI/64). María no puede ser Madre sólo de la Cabeza, que es su Hijo, sin ser a la vez Madre de todos los miembros del mismo.

Asunta al cielo en cuerpo y alma, María participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo. La Asunción es la mayor exaltación que jamás haya recibido criatura alguna. Dios quiso que su Madre no conociera la corrupción del sepulcro (dogma proclamado por Pío XII en 1950).

María fue enaltecida además como Reina del Universo: María es Reina de un Rey que es Dios.

Y siendo Madre de Dios, de los hombres, de la Iglesia y Reina del Universo, es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora de Gracias. Es Mediadora entre Dios y los hombres y nadie acude en vano a Ella. Por ello los Santos Padres la llamaban “la Omnipotencia Suplicante”.

La plegaria mariana más antigua que se conoce es del s.III y es una confiada súplica:
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
No desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades.
Antes bien, líbranos de todos los peligros, oh, Madre Gloriosa y Bendita.

Y San Bernardo oraba:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio, hayan sido abandonados por vos. Animado por esta confianza, a vos también acudo, oh, Virgen de las vírgenes y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra soberana presencia. No desechéis nuestras súplicas, oh Madre del Verbo Divino. Antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen.

Después de Dios, el principal objeto de nuestro amor es la Madre de Dios.
A los Santos tributamos culto de dulía. (veneración)
A la Virgen de hiperdulía (súper-veneración)

Desde muy antiguo la Iglesia tributó culto especial a María, invocándola, venerándola, imitando sus virtudes, pidiendo su intercesión; y también es antigua tradición dedicarle el día sábado. Son innumerables las devociones que la piedad popular tributan  a la Virgen: a su Inmaculado Corazón, el rezo del  Santo Rosario, del Angelus, de las tres avemarías, la portación de escapularios, etc.




Preguntas resumen:

1. ¿Quién es Jesucristo?
Es la segunda persona de la Ssma. Trinidad, que se hizo hombre para redimirnos.
2. ¿Qué significa que Dios se encarnó por obra y gracia del Espíritu Santo?
Significa que el Espíritu Santo desciende sobre la Virgen María para fecundarla por obra divina.
3. ¿Quién es la Virgen María?
La mujer elegido y predestinada para ser Madre de Dios.
4. ¿Cómo preparó Dios a María para ser Madre de Dios?
Preservándola del pecado original.
5. ¿María fue siempre Virgen?
Sí, María fue Virgen antes, durante y después del parto.
6. ¿Cómo colaboró la Virgen en la Encarnación del Verbo?
Colaboró por su fe y obediencia, diciendo libremente “Hágase en mí según Tu Palabra”

Temas de discusión:

1. ¿Qué películas has visto sobre la vida de Jesús? ¿Reflejan lo que hemos aprendido en esta catequesis?
2.  Cristina es devota de la Virgen de Luján porque le hizo varios milagros, pero no de la Desatanudos, porque no le hizo nunca ninguno de los que le pidió. ¿Qué piensas de ésto?
3. ¿A qué se llama el Magnificat? Buscarlo en la Biblia.
4. Aprender el rezo del Angelus