(CEC 976-987)
El hijo pródigo
Cristo murió para perdonar
el pecado del mundo y dio a los apóstoles y a la Iglesia el poder de
perdonarlos: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn
20,22).
Los apóstoles cumplieron el
encargo de perdonar los pecados impartiendo el sacramento del bautismo y el de
la penitencia: el Bautismo es el primer signo de perdón; es tan pleno y
completo el perdón que recibimos con este sacramento, que no nos queda absolutamente
nada que borrar ni expiar. Pero el bautismo no nos libra de las debilidades de
la naturaleza; por ello, la confesión de los pecados nos reconcilia, cada vez
que la realizamos, con Dios y con la Iglesia.
No hay ninguna falta, por
grave que sea, que la Iglesia no pueda perdonar; nadie hay tan perverso y
culpable que no pueda esperar el perdón si lo pide con un corazón arrepentido.
El poder de perdonar los
pecados que dio Dios a los sacerdotes es un don extraordinario, de inapreciable
dignidad y excelencia.; no se lo dio ni siquiera a los ángeles, y antes del
nacimiento de Cristo, a ningún hombre se
había concedido tal poder.
Si no hubiera perdón de los
pecados, no habría esperanza, ni expectativa de vida eterna, ni de liberación
Preguntas
resumen:
1. ¿Por qué creemos en el perdón de
los pecados?
Porque
Cristo murió para perdonar el pecado del mundo y dio a los apóstoles el poder
de perdonarlos.
2. ¿Puede la Iglesia perdonar toda
clase de pecados?
Sí,
la iglesia tiene el poder de perdonar cualquier clase de pecados, por graves
que sean.
3. ¿De qué manera perdona la Iglesia
los pecados?
Confiriendo
los sacramentos instituidos para ese fin: Bautismo, Reconciliación, Unción de
los Enfermos.
Temas de discusión:
1.
Repasando el
Ordinario de la Misa, señalar en qué partes se pide perdón.
2.
Buscar
salmos en los que se pide perdón.
3.
Nombrar algún
documento del Magisterio que haga referencia al perdón.