(CEC 1020-1060)
La muerte pone fin a la vida
del hombre como tiempo abierto para la aceptación o rechazo de la gracia.
Cuando muere una persona no
se acaba todo; su cuerpo lo enterramos con respeto, pero su alma no muere.
Juicio
Cada alma será juzgada
inmediatamente después de abandonar el cuerpo.. Es lo que llamamos juicio particular. En ese instante, el
alma sabe con toda exactitud sus buenas y malas acciones y conoce la sentencia
divina sobre su destino eterno. La sentencia del Juez, J.C., es irrevocable, y
su ejecución, inmediata. No hay apelación alguna, no hay dilación de ninguna
clase.
Si el alma está totalmente
purificada, irá a la bienaventuranza del Cielo; si está en pecado mortal, al
infierno; si tiene pendiente alguna deuda leve, deberá satisfacerla en el
Purgatorio.
Cielo: es la
comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo. Sobrepasa
toda comprensión humana, por eso la Escritura nos habla de la vida en el cielo
con imágenes de vida, luz, bodas, banquete, casa del Padre, Jerusalén
celestial, paraíso. Es la contemplación
de Dios en su gloria celestial, que la Iglesia lama visión beatífica.
La gloria del cielo es
eterna.
Cada uno verá colmada su
capacidad de gozo: todos estarán satisfechos, no habrá envidia, ni tristeza, ni
muerte, ni pecado.
La gloria es ver a Dios cara a cara, tal como es.
¿Qué significa ésto?:
El objeto de nuestra
inteligencia es la Verdad.
Dios es la Verdad.
Luego, Dios saciará nuestra
inteligencia. Nuestro entendimiento descansará gozoso en la contemplación de la
Suprema Verdad.
El objeto de nuestra
voluntad es el bien; amamos el bien.
Dios es el Sumo Bien.
Luego, Dios colmará las
ansias de amar de nuestra voluntad. Nuestra voluntad descansará gozosa en la
posesión eterna de la Suprema Bondad
Infierno: Es un estado
de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios. También escapa a la
comprensión humana tamaño destino, por eso la Escritura se refiere a él como el
fuego que nunca se apaga, el lugar donde se padece todo mal sin mezcla de bien
alguno.
El gran poeta
Dante Alighieri dice en “La Divina Comedia” que en la puerta del infierno están
gravadas las palabras: “Dejad toda esperanza los que entren aquí”
Es un dogma que el infierno
es eterno. Una vez que alma entra en ese estado horrendo, no sale jamás. No
puede cesar la pena, mientras no cese el pecado; al morir en pecado el alma
queda obstinada en el pecado para
siempre, muere apartada de Dios y así quedará. Por consiguiente la justicia de
Dios exige la eternidad del Infierno.
Purgatorio: los que
mueren en amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están
seguros de su salvación, deberán purgar
una condena para expiar esas faltas. Los condenados al purgatorio también está
privados de la vista de Dios, pero es una pena temporaria ( aunque no se puede
medir con calendario y relojes humanos).
Así como todo hombre está
sujeto a la muerte y a la resurrección, así también todo el mundo será
destruido y renovado. Esto no necesariamente significa aniquilación del mundo,
pero el mundo, tal como lo conocemos ahora, pasará y tomará un estado más perfecto.
Nadie sabe cuándo ni cómo
ocurrirá: Jesucristo a los discípulos que le peguntaron les dijo que no lo
sabían ni los ángeles, ni él mismo (en cuanto hombre), sino sólo el Padre.
Auinque también explicó que debíamos estar atentos a las señales, remotas o
próximas que lo precederán: grandes cataclismos, guerras y rumor de guerras,
apostasía general, hambrunas, persecuciones, etc.
Per sí sabemos, por que
Jesús lo anunció en su predicación, que El volverá como juez de vivos y
difuntos y retribuirá a los hombres según sus obras y según su aceptación o
rechazo de la gracia. Es lo que llamamos Juicio
Universal, que será precedido de la resurrección de todos los muertos.
Frente a Cristo- Juez, será puesta al desnudo la verdad de la relación de cada
hombre con Dios; se revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno
haya hecho de bien y de mal o haya dejado de hacer. Todos los hombres
comparecerán con su cuerpo ante el
tribunal de Cristo para dar cuenta de sus acciones. La fealdad y gravedad de
nuestros pecados y también la belleza y mérito denuestras obras, quedarán
expuestas.
San Jerónimo,
que había establecido su celda en Belén, a pesar de llevar allí una vida de
rigurosa penitencia y oración, dejó escrito: “Cuando pienso en aquel día - el del juicio universal- todo mi ser se
hiela de espanto. Ora coma, ora beba, ora me ocupe en cualquier otra cosa, me
parece siempre que oigo resonar en mis oídos la terrible trompeta que dice:
Levantáos, muertos y venid a juicio”
El Reino de Dios llegará así
a su plenitud y el universo material será transformado. La Escritura llama cielos nuevos y tierra nueva a esta renovación misteriosa que transformará
la humanidad y el mundo.
La palabra Amen al final del Credo, significa así es, así lo creo, sin sombra de duda ni vacilación.
El Credo o Símbolo de la Fe es el resumen fiel de la fe de los apóstoles.
Preguntas
resumen:
1. ¿Hay juicio inmediatamente después
de la muerte?
Sí.
Inmediatamente después de la muerte, hay un juicio particular en el que el alma
conocerá su destino eterno.
2. ¿Es el mismo fin para los que han
vivido obedeciendo a Dios y para los que
le desobedecieron?
No.
Los que mueren en pecado se condenan al infierno; los que mueren en gracia,
gozarán de la visión de Dios.
3. ¿Qué es el purgatorio?
Purgatorio
es el estado de las almas que mueren en gracia y necesitan una purificación.
4. ¿Son eternos el cielo y el
infierno?.
Sí,
cielo e infierno son eternos.
5.
¿Qué es el Credo? ¿Qué significa la palabra Amen
al final del Credo?
El Credo o Símbolo de la Fe es
el resumen fiel de la fe de los apóstoles; la palabra Amen al final del Credo significa así es, así lo creo, sin sombra de duda ni vacilación.
Actividades:
1. Leer y comentar el Himno Dies Iræ
2.
Leer y comentar el siguiente artículo periodístico:
En
Estados Unidos crece el debate sobre la vida eterna de las mascotas
SAN
ANTONIO, martes, 27 julio 2004 (ZENIT.org).- Una nación tan desarrollada, económicamente, como los
Estados Unidos de América tiene el tiempo de ocio suficiente como para
plantearse si las mascotas tienen o no vida eterna, al igual que los seres
humanos.
A
inicios del siglo XXl, la industria de las mascotas ha tomado un auge
inusitado. Hoy se encuentran en ciudades medias de Estados Unidos clínicas,
gimnasios, hospitales, peluquerías, guarderías, campos de vacaciones y hasta
cementerios, obituarios y servicios religiosos para las mascotas que mueren.
«Muchos
libros, sitios en Internet y servicios religiosos mantienen viva la memoria de
las mascotas y ofrecen esperanza a sus dueños de que la muerte no los separará
de sus animales predilectos», dijo David Briggs, del servicio de noticias
religiosas del San Antonio Express News.
En
una nación con tantas expresiones religiosas, los acongojados dueños de las
mascotas encuentran siempre una vía para celebrar sus exequias y orar en su
memoria.
Tal
es el caso, por ejemplo, del Templo Budista de Cleveland, en donde los que
desean tener un servicio religioso por sus perros lo tienen y, por un precio
módico, obtienen, también, la promesa de reunirse con ellos en la próxima vida.
Libros
como «¿Veré a Fido en el cielo?» de Mary Buddemeyer-Porter se están
convirtiendo en auténticos best-sellers. La tesis que maneja es muy sencilla:
en una nación donde cada día hay más gente sola --uno de cada dos matrimonios
termina en separación o divorcio-- las mascotas se están convirtiendo en
verdaderos acompañantes de la gente.
Y los
dueños quieren creer, a toda costa, que hay vida después de la vida para ellas.
Lo que ha hecho el comercio es mantenerles viva la esperanza.
Quienquiera
que se dé un paseo por el cementerio de mascotas de la ciudad de San Antonio,
puede encontrarse lápidas lujosamente talladas en las que se recuerda a la
perrita «Dolly», muerta en mayo 17 de 2003 y que siempre vivirá en los
corazones de sus dueños.
En el
centro de la lápida, un medallón con la foto en relieve de «Dolly» y un ángel
recargado en la lápida, velando por la salvación de su alma.