Módulo 11:La vida eterna

(CEC 1020-1060)
Cristo Pantocrátor

La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto para la aceptación o rechazo de la gracia.
Cuando muere una persona no se acaba todo; su cuerpo lo enterramos con respeto, pero su alma no muere.

Juicio
Cada alma será juzgada inmediatamente después de abandonar el cuerpo.. Es lo que llamamos juicio particular. En ese instante, el alma sabe con toda exactitud sus buenas y malas acciones y conoce la sentencia divina sobre su destino eterno. La sentencia del Juez, J.C., es irrevocable, y su ejecución, inmediata. No hay apelación alguna, no hay dilación de ninguna clase.

Si el alma está totalmente purificada, irá a la bienaventuranza del Cielo; si está en pecado mortal, al infierno; si tiene pendiente alguna deuda leve, deberá satisfacerla en el Purgatorio.

Cielo: es la comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo. Sobrepasa toda comprensión humana, por eso la Escritura nos habla de la vida en el cielo con imágenes de vida, luz, bodas, banquete, casa del Padre, Jerusalén celestial, paraíso. Es  la contemplación de Dios en su gloria celestial, que la Iglesia lama visión beatífica.
La gloria del cielo es eterna.
Cada uno verá colmada su capacidad de gozo: todos estarán satisfechos, no habrá envidia, ni tristeza, ni muerte, ni pecado.

La gloria es ver a Dios cara a cara, tal como es.
¿Qué significa ésto?:

El objeto de nuestra inteligencia es la Verdad.
Dios es la Verdad.
Luego, Dios saciará nuestra inteligencia. Nuestro entendimiento descansará gozoso en la contemplación de la Suprema Verdad.

El objeto de nuestra voluntad es el bien; amamos el bien.
Dios es el Sumo Bien.
Luego, Dios colmará las ansias de amar de nuestra voluntad. Nuestra voluntad descansará gozosa en la posesión eterna de la Suprema Bondad

Infierno: Es un estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios. También escapa a la comprensión humana tamaño destino, por eso la Escritura se refiere a él como el fuego que nunca se apaga, el lugar donde se padece todo mal sin mezcla de bien alguno.

El gran poeta Dante Alighieri dice en “La Divina Comedia” que en la puerta del infierno están gravadas las palabras: “Dejad toda esperanza los que entren aquí”

Es un dogma que el infierno es eterno. Una vez que alma entra en ese estado horrendo, no sale jamás. No puede cesar la pena, mientras no cese el pecado; al morir en pecado el alma queda obstinada en el pecado para siempre, muere apartada de Dios y así quedará. Por consiguiente la justicia de Dios exige la eternidad del Infierno.

Purgatorio: los que mueren en amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación, deberán purgar una condena para expiar esas faltas. Los condenados al purgatorio también está privados de la vista de Dios, pero es una pena temporaria ( aunque no se puede medir con calendario y relojes humanos).

Así como todo hombre está sujeto a la muerte y a la resurrección, así también todo el mundo será destruido y renovado. Esto no necesariamente significa aniquilación del mundo, pero el mundo, tal como lo conocemos ahora, pasará y tomará un estado más perfecto.
Nadie sabe cuándo ni cómo ocurrirá: Jesucristo a los discípulos que le peguntaron les dijo que no lo sabían ni los ángeles, ni él mismo (en cuanto hombre), sino sólo el Padre. Auinque también explicó que debíamos estar atentos a las señales, remotas o próximas que lo precederán: grandes cataclismos, guerras y rumor de guerras, apostasía general, hambrunas, persecuciones, etc.

Per sí sabemos, por que Jesús lo anunció en su predicación, que El volverá como juez de vivos y difuntos y retribuirá a los hombres según sus obras y según su aceptación o rechazo de la gracia. Es lo que llamamos Juicio Universal, que será precedido de la resurrección de todos los muertos. Frente a Cristo- Juez, será puesta al desnudo la verdad de la relación de cada hombre con Dios; se revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien y de mal o haya dejado de hacer. Todos los hombres comparecerán con su cuerpo ante  el tribunal de Cristo para dar cuenta de sus acciones. La fealdad y gravedad de nuestros pecados y también la belleza y mérito denuestras obras, quedarán expuestas.

San Jerónimo, que había establecido su celda en Belén, a pesar de llevar allí una vida de rigurosa penitencia y oración, dejó escrito: “Cuando pienso en aquel día - el del juicio universal- todo mi ser se hiela de espanto. Ora coma, ora beba, ora me ocupe en cualquier otra cosa, me parece siempre que oigo resonar en mis oídos la terrible trompeta que dice: Levantáos, muertos y venid a juicio”

El Reino de Dios llegará así a su plenitud y el universo material será transformado. La Escritura llama cielos nuevos y tierra nueva a esta renovación misteriosa que transformará la humanidad y el mundo.

La palabra Amen al final del Credo, significa así es, así lo creo, sin sombra de duda ni vacilación.

El Credo o Símbolo de la Fe es el resumen fiel de la fe de los apóstoles.


Preguntas resumen:

1. ¿Hay juicio inmediatamente después de la muerte?
Sí. Inmediatamente después de la muerte, hay un juicio particular en el que el alma conocerá su destino eterno.
2. ¿Es el mismo fin para los que han vivido  obedeciendo a Dios y para los que le desobedecieron?
No. Los que mueren en pecado se condenan al infierno; los que mueren en gracia, gozarán de la visión de Dios.
3. ¿Qué es el purgatorio?
Purgatorio es el estado de las almas que mueren en gracia y necesitan una purificación.
4. ¿Son eternos el cielo y el infierno?.
Sí, cielo e infierno son eternos.
5. ¿Qué es el Credo? ¿Qué significa la palabra Amen al final del Credo?
El Credo o Símbolo de la Fe es el resumen fiel de la fe de los apóstoles; la palabra Amen al final del Credo significa así es, así lo creo, sin sombra de duda ni vacilación.


Actividades:
1. Leer y comentar el Himno Dies Iræ
2. Leer y comentar el siguiente artículo periodístico:

En Estados Unidos crece el debate sobre la vida eterna de las mascotas

SAN ANTONIO, martes, 27 julio 2004 (ZENIT.org).- Una nación  tan desarrollada, económicamente, como los Estados Unidos de América tiene el tiempo de ocio suficiente como para plantearse si las mascotas tienen o no vida eterna, al igual que los seres humanos.

A inicios del siglo XXl, la industria de las mascotas ha tomado un auge inusitado. Hoy se encuentran en ciudades medias de Estados Unidos clínicas, gimnasios, hospitales, peluquerías, guarderías, campos de vacaciones y hasta cementerios, obituarios y servicios religiosos para las mascotas que mueren.

«Muchos libros, sitios en Internet y servicios religiosos mantienen viva la memoria de las mascotas y ofrecen esperanza a sus dueños de que la muerte no los separará de sus animales predilectos», dijo David Briggs, del servicio de noticias religiosas del San Antonio Express News.

En una nación con tantas expresiones religiosas, los acongojados dueños de las mascotas encuentran siempre una vía para celebrar sus exequias y orar en su memoria.

Tal es el caso, por ejemplo, del Templo Budista de Cleveland, en donde los que desean tener un servicio religioso por sus perros lo tienen y, por un precio módico, obtienen, también, la promesa de reunirse con ellos en la próxima vida.

Libros como «¿Veré a Fido en el cielo?» de Mary Buddemeyer-Porter se están convirtiendo en auténticos best-sellers. La tesis que maneja es muy sencilla: en una nación donde cada día hay más gente sola --uno de cada dos matrimonios termina en separación o divorcio-- las mascotas se están convirtiendo en verdaderos acompañantes de la gente.

Y los dueños quieren creer, a toda costa, que hay vida después de la vida para ellas. Lo que ha hecho el comercio es mantenerles viva la esperanza.

Quienquiera que se dé un paseo por el cementerio de mascotas de la ciudad de San Antonio, puede encontrarse lápidas lujosamente talladas en las que se recuerda a la perrita «Dolly», muerta en mayo 17 de 2003 y que siempre vivirá en los corazones de sus dueños.

En el centro de la lápida, un medallón con la foto en relieve de «Dolly» y un ángel recargado en la lápida, velando por la salvación de su alma.